Carta a una opositor@
Este escrito va dirigido a ti, pequeña.
Ni te imaginas el tiempo que llevo soñando con escribirte estas palabras.
Como bien sabes a mí me gusta escribir cartas. ¿Recuerdas la del enano? Si no la recuerdas es normal. Quizá a estas alturas no tengas ni pajolera idea de quién es el enano. Eso es bueno.
Lo importante de esta carta (tan distinta a aquella) y por lo que no quiero que la olvides es por una razón muy evidente: LO LOGRASTE.
Permíteme repetir esta frase a lo largo del texto.
Sí. ¡Lo lograste, pequeña!
Ahora todo parece un espejismo. Es posible que de la travesía recorrida solo te quede una ligera remembranza. Tal vez apenas recuerdes las horas saturadas de café, las tardes interminables delante del ordenador, el escritorio plagado de apuntes, las pesadillas a mitad de la madrugada, el insomnio perturbador, los dolores de espalda, la caída del pelo y el estómago cerrado.
La mente suele hacer eso, bloquea los momentos traumáticos con el fin de liberar espacio para almacenar recuerdos fructíferos. Estoy segura de que tu cabeza empieza a hacer hueco para todas las experiencias bonitas que te esperan.
Sí, es posible que tú ya hayas superado esa parte. Tarde o temprano debe quedar en el olvido.
Sin embargo, yo jamás la olvidaré. Siento tener que recordarte aquella soledad encarnizada, la desesperación, las lágrimas de impotencia. Lamento hablar de ese agotamiento extremo que con gusto te habría aliviado de haber podido.
Pero tengo que mencionarlo. ¿Sabes por qué? Porque quiero gritarle al mundo lo orgullosa que me siento de ti. Lo feliz que me hace confirmar que jamás me equivoqué contigo. Te dije que lo lograrías y lo has logrado. Tú eres así. Una luchadora. Eres luz, eres constancia y fuerza.
Tú quieres algo y vas a por ello. Y lo haces como nuestros padres nos han enseñado: con valores, respeto y humildad. Porque para brillar no hace falta apagar a nadie. ¿Verdad que no?
Lo lograste, pequeña. Déjame recordarte esto cada día de tu vida. Déjame seguir a tu lado y ver cómo sigues creciendo.
Qué bien lo has hecho. Si supieras que tu sueño es mi sueño.

Si supieras lo mucho que he rezado. Te aseguro que nuestros ángeles ya saben que eres una vencedora.
Lo lograste, pequeña.
Atrás queda el sabor agridulce del fracaso. Atrás quedan también las piedras en el camino. Tu corazón está unido al triunfo. Y lo va a estar para siempre.
Te dije que podías ser lo que tú quisieras. Y al fin has comprendido que aunque pequeña eres una persona muy grande.
Te quiero, mi campeona. ❤️
